El Ikea y el amor

Estrés. Esa reacción fisiológica en la que tu organismo y tu mente entran en un estado de hiperactividad descontrolada. Hay personas que lo gestionan bien, lo afrontan y lo esquivan, como pueden. Yo soy de las que no lo soporto. El estrés puede conmigo. Me convierte en una especie de loca histérica impaciente que sólo quiere huir.  Sabrás si sabes gestionarlo, si has sobrevivido al momento que yo describiría como el más estresante de la vida de todo mortal: una mudanza. ¿Cómo se lo monta la gente que amuebla el piso y organiza la boda al mismo tiempo? ¿Cómo lo hacen? Sólo tenía que montar una habitación de seis metros cuadrados y casi muero en el intento. Primero, la visita al lugar más estresante de Barcelona, lápiz y hojita en mano.  Sí, hablo del Ikea. De ese lugar en el que sabes cuando entras, pero nunca cuando vas a salir.
Observas a las parejas. Sabes que llevan horas ahí dentro. Uno de ellos está en su salsa. El otro está a punto de sufrir un infarto por agobio. Como tú… ¡¡quiero salir de aquí!! ¡¡Quiero que se acabe este pasillo!! Ya está, esta cómoda,  este armario, ¡Lo encontré! Por fin, sales. Esa cómoda es perfecta. Pero, los solteros y las solteras me entenderán cuando digo que un mueble del Ikea es como el hombre o la mujer perfect@. Llegas a casa toda ilusionada, va a ser perfecta, la quieres montar ya… Empiezas a montar, impaciente, nerviosa, ilusionada… ¡¡Quieres verla montada ya!! ¡¡Tu cómoda perfecta!! pero…¡¡zas!! ¡¡falta una pieza!! ¡¡No puede ser!! Vuelve a comprobar, tiene que estar… No, no está…¿por qué? ¡¡Era tu cómoda perfecta!! No, no era perfecta, parecía perfecta, pero al ponerte a montar,  lo has visto. Le falta una pieza y…¡¡es una pieza super importante!! Aixx… Me pongo con  el armario, entonces… 🙂
La otra posibilidad es que, aun estando todas las piezas, el ansia de ver tu mueble acabado te lleve a un montaje compulsivo. Tu seguridad te traiciona y no sigues las instrucciones. Adelantas un paso a otro y las instrucciones de un mueble del Ikea no tienen piedad, si no las sigues al pie de la letra, lo acabarás pagando. Montas la cómoda, pero el cajón no cierra bien. Has puesto el tornillo en el agujero que no tocaba y ese simple error te ha destrozado todo tu montaje. Sí… ¿se os asemeja a algún símil? Podríamos decir que el montaje de un mueble del Ikea es como una relación… Si la cagas, puedes volver atrás, pero ese tornillo siempre quedará flojo y el cajón estará  torcido, por los siglos de los siglos.
Acabas, los muebles ya están montados.  Ahora tocan las estanterías. Coges el taladro. Se te cae. Vamos, Laura, tú puedes… Pero, eres conciente de tus limitaciones y sabes que esa estantería no quedará nunca del todo sujeta. Optas por ponerla a los pies de la cama. Así,  si se cae, no te destrozará la cabeza.
Ya está, tu habitación no es perfecta, pero es tu habitación. Lo has hecho tú. Has escogido tus muebles y has intentado hacerlo lo mejor posible. Pero, miras la cómoda, no logras distraer tus ojos de ese cajón torcido y no paras de preguntarte: ¿por qué no lo hice? ¿por qué no seguí las instrucciones? ¿por qué coloqué mal el tornillo?
Nadie es perfecto. Tod@s nos equivocamos. Lo importante es no ver los errores como fracasos sino como, simplemente, resultados diferentes a lo esperado. La vida te da la oportunidad de aprender lecciones que creías que sabías. Digamos que tu “yo” de ese momento no sabía que las instrucciones eran sagradas. Lo tenías que aprender. Muy probablemente, tu “yo” que monte el próximo mueble seguirá las instrucciones al dedillo. Muy probablemente, también,  se equivocará en otra cosa y volverá a aprender.
Pero, si lo has montado tú,  habrás sido valiente para arriesgarte a equivocarte. Si no te atreves a montarlo o el mueble te lo monta otra persona, no la cagarás, pero tampoco aprenderás.
Como en una relación, si haces lo que sientes, sin dejar  de serte fiel a ti mism@,  puede que salga como esperabas o puede que no. Pero, si has sido auténtic@ y no has dejado de ser tú,  aprenderás lo que tengas que aprender, pero te sentirás bien contigo mism@. En realidad, lo único que importa.

ikea

Todo es y será, siempre, contigo mism@, nunca fue ni será, nunca, entre tú y ell@s.
María Teresa de Calcuta.

 

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